El momento más delicado de una lesión: cuando desaparece el dolor, pero no la desconfianza
Muchos pacientes en recuperación sienten alivio cuando el dolor disminuye. Pero es justo ahí cuando comienza un nuevo reto: volver a confiar en el cuerpo, recuperar el movimiento perdido y prevenir recaídas. Aquí es donde el ejercicio terapéutico cumple un rol fundamental.
¿Qué es el ejercicio terapéutico?
El ejercicio terapéutico no es ir al gimnasio ni hacer deporte como tal. Es una práctica controlada, individualizada y progresiva orientada a restaurar funciones motoras, corregir desequilibrios musculares y reeducar patrones de movimiento.
Diferencias clave con el ejercicio convencional
- Menor carga, mayor control.
- Foco en el gesto, no en la repetición.
- Objetivo funcional, no estético o deportivo.
Dolor, inmovilidad y el círculo vicioso
Tras una lesión o dolor crónico, el cuerpo tiende a restringir movimientos por autoprotección. Pero si esa rigidez no se revierte, se cronifica.
Compensaciones y adaptaciones nocivas
Por ejemplo, si duele una rodilla, puede que sobrecargues la cadera contraria. Si molesta la zona lumbar, puede que inmovilices toda la pelvis. Estas adaptaciones generan nuevos focos de tensión y crean un ciclo de dolor→miedo→inactividad→más dolor.
¿Cómo se rompe ese patrón?
Mediante un trabajo lento, guiado, respirado. Empezando desde lo simple: movilidad pasiva, activación muscular isométrica, control del equilibrio. Paso a paso.
Fases del ejercicio terapéutico durante una recuperación
1. Activación y movilidad articular suave
En esta fase se busca recuperar el movimiento sin dolor. Se realizan ejercicios de movilidad controlada, respiración y liberación miofascial ligera. No se fuerza, se reeduca.
2. Estabilidad y control motor
Una vez que el cuerpo se mueve sin dolor, es hora de volver a controlar los movimientos. Aquí se trabaja la estabilidad del core, el equilibrio y la coordinación muscular fina.
3. Integración funcional
El último paso es devolver al cuerpo su capacidad de responder a estímulos reales: caminar, subir escaleras, cargar peso, moverse con fluidez. Se integran patrones completos y específicos según la vida del paciente.
No todos llegan a la misma meta
El objetivo puede ser correr 10k o simplemente volver a atarse los zapatos sin molestia. Lo importante es que la progresión se adapte a las necesidades de cada persona.
Ejercicios terapéuticos más usados según zona afectada
Hombro
- Péndulos pasivos.
- Ejercicios de pared (deslizamiento, rotación).
- Activación escapular con bandas elásticas.
Rodilla
- Isométricos de cuádriceps.
- Sentadillas parciales asistidas.
- Ejercicios de equilibrio sobre un solo pie.
Espalda baja
- Gato-camello (movilidad lumbar).
- Activación abdominal profunda (transverso).
- Movilización pélvica con respiración
Complemento clave: respiración coordinada
Muchos ejercicios son más efectivos cuando se realizan sincronizados con la respiración. Exhalar en el esfuerzo, inhalar en la extensión.
Evidencia científica que respalda su uso
Resultados en pacientes crónicos
Estudios de Physical Therapy & Rehabilitation Journal han demostrado que el ejercicio terapéutico reduce el dolor en pacientes con dolor lumbar crónico en un 47% en 8 semanas, y mejora la calidad de vida percibida en más de un 60%.
Beneficios en recuperación postquirúrgica
En casos de cirugía de hombro o rodilla, la incorporación temprana de ejercicios guiados acelera el retorno funcional y reduce la rigidez residual. No se trata de hacer más, sino de hacer lo adecuado en el momento correcto.
El terapeuta como guía, no como solucionador
El rol del profesional es guiar, corregir, dosificar, acompañar. La recuperación la lidera el cuerpo del paciente, pero necesita una brújula.
Conclusión: moverse con sentido es curarse con tiempo
El ejercicio terapéutico no es solo parte de la rehabilitación. Es una herramienta de autonomía, una vía para reconciliarse con el cuerpo después del dolor. Porque no hay mejor medicina que volver a confiar en uno mismo.